Este fue solo uno de los duros y amenazantes mensajes que recibió el entrevistado de este nuevo post. ¿Qué escribió este periodista de República Togolesa? ¿por qué tuvo que pedir asilo político en España?
De la misma manera que ocurre a veces en nuestro país, Kossi Siméon Atchakpa llegó al periodismo de una forma peculiar. Estudió Filosofía, nada que ver. Una radio de Togo, la capital de su país, necesitaba una persona que supiera leer y escribir bien en Ewé, el idioma mayoritario allí, y esa fue la llave de acceso a una profesión que lo enamoró pero que también le separaría de su familia y le lanzaría fuera de su tierra.
Tras el micro se forma y progresa en sincronía con el proceso de democratización de su país, de 1999 a 2003, en el que el aumento de libertades permite la aparición de una prensa mucho más comprometida con el pueblo en la que nuestro protagonista no duda en participar: «delaradioalaprensa.com» podría haber sido el nombre de su blog en aquel momento.
Así pues, deja las ondas y entra de lleno en un semanario nacional como redactor y, solo un par de años más tarde, su «buen hacer» lo coloca como editor jefe. Poco después, en 2006, da otro nuevo salto profesional al incorporarse a la redacción de una publicación de tirada mensual que acababa de nacer: Afric Hebdo, una revista que abarcaría temas relacionados con todo el continente, dirigida por un conocido político opositor hasta su muerte en 2008. Aquí escribía de política, sociedad y cultura, me explica el periodista asilado en Zaragoza.
El fallecimiento del dueño es el fatídico detonante que desencadena su exilio. Este ingresó en una clínica por subida de azúcar y al día siguiente desapareció del centro. 24 horas más tarde encontraron su cuerpo en una de las playas de Togo. Solo dos horas tardó el gobierno en emitir un comunicado asegurando que el ahogamiento fue la causa de su muerte, dice Siméon con gestos de extrañado… No esperaron ni siquiera a la autopsia.
No hace falta tener un agudo olfato periodístico para pensar en el secuestro y asesinato. Siméon, aunque lo piensa, no llega a tanto en su primer texto publicado sobre el tema, simplemente hace un análisis sobre los sospechosos acontecimientos que además, explica, se hacen todavía más turbios cuando la oposición y los medios piden insistentemente la autopsia y el gobierno se niega en rotundo a autorizarla. En su segundo artículo, sin embargo, va más allá y pide claramente una investigación internacional. Aquí empezaron los problemas: sms, llamadas de números desconocidos… No te metas en este asunto si no quieres perder a tu familia era alguno de los amenazantes mensajes, recuerda el togolés, y me cuenta un desagradable suceso: Para alejarme del problema decido salir unos días de casa, en la que vivo con mi mujer e hijos, para trasladarme a mi pueblo. Durante mi ausencia, Josephine, mi esposa, recibe en casa a unos falsos compañeros de trabajo que preguntan por mí, o lo que es lo mismo, unos sicarios.
Mi error fue ponerme en contacto con asociaciones para la defensa de derechos humanos, así de contundente se muestra Siméon al contarme que la vía de escape que eligió en esos momentos de pánico fue la de contactar con Amnistía Internacional, entre otras organizaciones. Se pusieron en contacto con Interior y el ministro me quiso poner protección oficial. Si tú lo aceptas, todo seguirá igual o te matarán. No dudó ni un segundo en negarse a esta extraña vigilancia: significa firmar tu propia sentencia de muerte, lo sabe todo el mundo, y más que en todo el globo terráqueo, en Europa fue donde tuvo que poner la mirada para salir de ese infierno: Alemania, Francia… o España.
Es muy complicado pedir un visado en mi país, hay que acreditar ida y vuelta y más cosas, pero explica cómo lo hizo: colaboraba con la asociación ENDEV y supliqué que me mandaran al Tercer Foro Mundial sobre Migración en Madrid, al que podían enviar solo a tres voluntarios. Lo quiso con tantas fuerzas que solo un mes después de ser amenazado por ejercer su derecho a la libertad de expresión aterriza en Madrid, pasa por Barcelona y se queda en Zaragoza como asilado político.
Estamos felices, hemos tenido suerte, añade de forma espontánea su mujer, quien está a su lado durante esta emocionante charla. Ella, Josephine, y sus hijos tardaron tres largos años en reunirse con él en Zaragoza. Agradecen inmensamente toda la ayuda recibida por la Asociación de periodistas de Aragón, Reporteros Sin Fronteras y la ONG Rescate, hablan muy bien castellano y buscan continuamente trabajo porque saben que no pueden regresar a su país en mucho tiempo, aunque ansían su retorno. La cultura se lleva dentro, pero la familia no, dice con rotundidad este luchador que simplemente por ejercer honradamente su trabajo es protagonista de esta entrevista.