Me gustó. Lo cierto es que me pareció una buena cosa blanca para toda la familia, un formato bonito. Y eso que no apostaba mucho por el programa simplemente porque jamás jugué con Legos, de pequeño fui más de Playmobil. Es más, a día de hoy todavía me sigo sorprendiendo de esta ‘legomanía’, pues como digo en mi infancia no solo yo, sino que todo mi entorno estaba loco con la granja, el barco pirata o el circo de los ‘clicks’. Es probable que con el paso de los años hayan cambiado los gustos… seguro que van por ahí los tiros. Qué el tiempo pasa, y no tan ‘despacico’ que diría La Terremoto. Pero que me disperso:
Me gustó el primer programa de Lego Masters porque, seas amante o no de estas piececitas de colores, es divertido y entretenido disfrutar con la construcción de un tipo más de ‘artesanía’, al fin y al cabo.
No es un programa agresivo ni que humille a los concursantes, todos súper majos y simpáticos. Un grupo de gente que cumple muy bien los estereotipos que claramente funcionan a la perfección en televisión: madre-hijo, hermanos, pareja de gais… Clichés de participantes demasiado predecibles. Es ir a tiro hecho. Poco innovador pero si funciona… para qué cambiarlo.
Eva Hache. Darle un toque de comicidad al concurso me parece un gran acierto. Y rescatar a Eva Hache -me encanta- todavía más. Humorista a la que hace mucho que no la veía trabajar y que aporta un humor respetuoso al que la gran mayoría de cómicos no consiguen llegar aunque lo intenten.
Lego Master no ha llegado para revolucionar la televisión; es como un Master Chef pero cocinando con piezas de Lego. Hasta el montaje es idéntico. Pero entretiene y, al menos, vemos otras cosas a parte de fogones. Con un 13 de share ha empezado y como mucho, creo yo, que a un 16 o 17 podrá llegar. No renovarán pero tampoco cortarán por falta de audiencia la emisión de esta primera edición. ¡Vaya pareado que me ha quedado!