Esta noche Telecinco NO nos va a sorprender con la nueva edición de ‘Secret Story’, que tendrá como protagonistas a anónimos y sus secretos. NO soy más experto que nadie en tele, pero considero sin lugar a dudas que ‘el momento’ de los concursantes de la calle, NO ‘VIPS’, ya pasó a la historia. Podemos decir hasta que es casi una antigüedad de los dos mil, el inicio de Gran Hermano en nuestro país… Han pasado 20 años. NO, 21.
Esos primeros y siguientes ‘grandes hermanos’ fueron exitosos hasta hace relativamente poco, pero ya no. Ahora solo gusta el famoso humillado, como dice un buen amigo mío. Así que como amante de este formato que hoy día seguramente tampoco vería por hartazgo -el original, fuera de DÚOS o VIPS-, me alegro mucho de que el batacazo se lo lleve Secret Story en vez del legendario padre de todos los realities del mundo. Me parecería una forma cutre, pobre, triste y decadente de dejar morir al reality de los realities. NO quemándolo, no. Reduciéndolo a cenizas.
Porque aunque haya quedado en el saber popular que GH acabó por la polémica sobre la mala gestión del ‘caso Carlota Prado’, la ex-concursante víctima de violación, y sea la supuesta razón por la que Mediaset y Zeppelin decidiesen no volver a recuperar nunca más la franquicia enmascarándola descaradamente con la marca blanca y sin esencia propia de ‘Secret Story’, lo cierto es que el verdadero motivo por el que el programa duró menos fue la falta de audiencia. Pero queda mucho mejor decir que por el escándalo sucedido y el respeto a la audiencia no se emitirá en ningún caso el formato, a futuro. Nada de eso. Además, si hacéis memoria, pasó justo todo lo contrario cuando sucedieron los desafortunados hechos en la mediática casa: la cadena intentó usar como artillería pesada este espinoso tema para cebar el concurso y que reconectará con el público. Pero ni con esas.
La de Carlota y, por cierto, también la del ex de Adara y ganador de Supervivientes, Hugo, fue la última edición de anónimos del formato. La Revolution, la 18 nada más y nada menos. Esa final de corre que te pillo, cutre y poco currada, hizo solo un 14.3 de share. Con esta tendencia claramente a la baja, que ya venía precedida por el desgaste de ediciones anteriores, sospecho sin ser tarotista pero sí analista sobre tele que una nueva edición de Gran Hermano, aunque hayan pasado varios años, sería sinónimo de espaldarazo de la audiencia y batacazo definitivo. Quedaría ‘muerto matao’. Prefiero entonces, como enamorado del formato, que ese ostión se lo pegue el Secret Story, al que le tenemos mucho menos cariño y no deja de ser un sucedáneo del original. Eso sí, si Mercedes Milá volviera… me comería cada una de estas palabras. Con sus comas, puntos y tildes.